Todo lo que introducimos a nuestro cuerpo, en último término, acaba repercutiendonos en energía, no toda se limita a calorías, también repercute en nuestro sistema fisiológico, pensamiento y emociones.
No todo resulta similarmente energético a cada uno de los individuos, cada persona tiene un metabolismo diferente, por eso mismo, al que uno le repercute una gran cantidad de energía la proteína animal, en otro puede resultar un lastre. Realmente y simplificando, todo depende de la mente, ahí reside la capacidad de autoobservarse y averiguar las necesidades del cuerpo. A la hora de realizar una dieta personal, se necesita analizar sus hábitos, su entorno y otra serie de factores personales. Una persona puede buscar la mayor eficiencia de su metabolismo, sin ceñirse a los cánones de calorías, estando muy atentos de su metabolismo. Estas personas comen muy poco, a base de hidratos de carbono de absorción lenta y ningún alimento mal preparado que puedan producir malas digestiones. Cuanta menos energía gastan digiriendo más tienen disponible, estas se suelen usar en deportistas de élite.
Para conseguir la mayor eficiencia se deben evitar los productos pesados, que cargen muchas calorías, sin realmente aportar un correcto valor nutricional. Esto se puede observar en el exceso de consumo de aceites y otras grasas, platos preparados… No es lo mismo comerse una zanahoria tal como sale de la tierra que 100g de aceite, ya que este se obtiene mediante la prensa de la materia, dando como resultado un concentrado. Otra medida a tener en cuenta es evitar mezclar hidratos de carbono con proteínas animales, para facilitar la digestión.
La elección incorrecta de los alimentos puede ser provocada por factores personales tal como la ansiedad o bien factores de marketing dentro de la publicidad propia de una economía de consumo. Por eso mismo es necesario la autoobservacion del organismo, sobretodo a partir de los 40 años, cuya eficiencia empieza a descender
En macrobiótica, se hace referencia a las energías del yin y el yang. El yang se relaciona con lo que porta vida (cereales, proteínas animales…), el yin lo que expande vida (hortalizas,frutas…). Cada persona debe decidir que potenciar. Los alimentos modifican la composición de la sangre, pudiendo hacer que sea más agresiva o calmada incluso. También se pueden transformar al yang alimentos que son yin, por ejemplo dorando la cebolla sin aceite ni agua. Los alimentos recién preparados y con ingredientes no conservados, también poseen mayor “fuego”.
En mi opinión, el cuerpo es sabio, cada nutriente o sustancia que le introducimos y que por naturaleza no tolere o bien no le sea del todo beneficiosa va a eliminarla, utilizando para eso una energía que podemos decir que desperdiciamos, ya que no utilizamos para algo útil,sino para remediar un error que nosotros mismo hemos provocado, sabiendo que no es lo más apropiado, por ejemplo en la ingesta de alcohol. Por otra parte, hay que saber repartir las energías a lo largo del día y en función de la actividad que queramos realizar variar la dieta, para conseguir que la eficiencia del cuerpo sea la mayor, ya que en definitiva el cuerpo no deja de ser una máquina.
En el caso de los concentrados, por ejemplo el aceite del cual antes hablábamos, es recomendable aplicar otro tipo de cocciones, como por ejemplo las aplicadas en la cocina oriental, como por ejemplo salteados de verduras en el wok. La cocina oriental en mi opinión utiliza productos menos pesados para el cuerpo y que no son tan dañinos.
En conclusión debemos tratar de forma adecuada nuestro metabolismos y por consecuencia conseguiremos una mayor productividad al menos a nivel energético, la una ingesta medida y fundamentada en principios científicos.
Miguel Díez.
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